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TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE

Era una tarde del mes de agosto del 2019, ese día estaba soleado y caliente, la ciudad lograba llegar a  los 27 grados de temperatura. *Gloria Inés Henao*, una mujer de unos 54 años de edad, estatura 1,60 y maciza,  tez blanca, cabello corto y de color cobrizo, ojos saltones, pómulos con un rosado fuerte por la cantidad de rubor que tenía aplicado y labios pintados de color rojo, acababa de llegar a su hogar y escuchó que tocaron la puerta, abrió y se encontró al frente con dos jóvenes que nunca antes había visto que llegaban a su casa ubicada en la carrera 16 número 4 - 40 en el sector de Pinares, en Pereira, para preguntar qué sucedía con la quebrada La Dulcera.

Las visitantes, periodistas en formación, querían saber cómo se sentían  los habitantes de Pinares al saber que sus casas estaban construidas sobre una canalización deteriorada, en riesgo de posible colapso y que la Alcaldía de la ciudad no les daba ninguna solución.

Gloria se quedó paralizada, los labios se le encogieron y su mirada se tornó triste, sin pensarlo comenzó a hablar del sentimiento de angustia que la sobrecogía al no conocer qué iba a pasar con su casa, porque sabía que lo que decían las jóvenes era cierto, su propiedad estaba en peligro y el municipio no hacía nada. El rostro lo bajo y sus recuerdos empezaron a llegar: “Yo hace mucho tiempo vivo en esta casa, llegué con mi esposo al sector como arrendatarios- dijo Gloria-  nosotros jóvenes, recién casados y llegar a un barrio tan lindo como es este era como un sueño. Con el tiempo pudimos comprar la casa y ahora somos propietarios de esta y la de al lado, pero eso ahora nos preocupa, imagínense ustedes que algo suceda, con qué vamos a quedar nosotros, además con este tema es muy duro hacer venta de alguna propiedad, porque nadie quiere comprar donde existe un riesgo de colapso”.

Las estudiantes no sabían qué decir, experimentaban un sentimiento de amargura y tristeza por lo que acaban de escuchar y ambas sabían que pensaban lo mismo, ¿cómo era posible que una zona tan reconocida y recorrida por los visitantes  y habitantes de Pereira, con una cantidad alta de comercio a su alrededor como: almacenes de ropa en el que son propietarias mujeres independientes como Pilar Jaramillo con prendas exclusivas, restaurantes prestigiosos por su comida de diferentes países como mexicana, peruana, española, italiana entre otros; tiendas de alimentos orgánicos con una decoración naturalista, cafés y bares afamados por su arquitectura rústica y vintage, además, con unos productos artesanales que llaman la atención pudiese estar en alerta roja y la Alcaldía no hacer nada?

Una de las estudiantes, conmovida por el relato, preguntó a Gloria si podía narrar más detalles de la historia  y cómo se sentía al respecto. La señora se encogió, dio un suspiro y comenzó a decir: “Yo siempre había escuchado hablar de La Dulcera, pero nunca me imaginé que la casa donde vivimos hace 30 años y que la otra que compramos hace como 10 años estuvieran ambas justo encima de la canalización. En el 2018 llegó un formato que anunciaba que mi casa y las otras 15 de al lado de la manzana se encontraban en amenaza porque se habían hecho estudios y resulta que estábamos sobre una quebrada canalizada hace 37 años y ahora estaba en deterioro con grietas, desgaste de paredes y en posible desplome por el peso que ya no soportaba”. El siguiente audio evidencia la entrevista que se realizó. 

Lo que mencionaba Gloria no era una angustia que solo vivía ella, también los otros propietarios, porque el sector quedó en calamidad pública y mientras ella revivía ese momento su mirada se le desviaba y su intranquilidad aumentaba. Minutos después llegó *Mauricio*, su hijo,  de 35 años, alto y sonriente en un carro Sandero Stepway, abrió la puerta, se bajó y vio a su madre preocupada, su sonrisa se apagó,  ignoró la presencia de las estudiantes y le preguntó qué era lo que pasaba, Gloria le dijo que estaban allí para preguntar por La Dulcera. Mauricio de manera rápida comentó que su padre y él habían decidido no asistir más a las reuniones que realizaban los otros vecinos porque no generaban solución y solo crecía la ansiedad.  

La tarde ya se empezaba a escurecer, el clima se ponía frío,  las estudiantes,  vieron que ambos estaban melancólicos y decidieron no hacer más preguntas para no generar mayor impacto en ellos, dieron las gracias por haber confiado en ellas y contarles la situación.

Gloria por su parte seguía conmocionada por haber hablado de lo que todos los días trata de olvidar para tranquilizarse y poder llevar una vida más calmada, las miró y les expresó que se sentía un poco segura al saber que alguien sí estuviera preocupado del escenario en el que vivían todos los del sector, sin embargo, antes de despedirse les dijo  “igual ahora no tenemos idea qué va pasar, han pasado dos años y solo sabemos que existe una alerta y mientras tanto nosotros acá angustiados y rezando para que no haya un temblor que nos pueda afectar, el municipio no vela por nuestras necesidades y no da solución hasta que esto colapse”.

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*Los nombres han sido cambiados por petición de las fuentes* 

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